Hay un personaje mexicano, actual (aunque seguramente pasará a la historia de nuestro país y será recordado y citado por muchos), que es bien conocido por la mayoría de la gente culta -y la mayoría de los impresores lo es, gente culta-, porque escribe “a destajo” dirían en mi pueblo y le publican diario sus artículos en un montón de periódicos de México (al menos en 150), y lo hace con mucha inspiración y un gran sentido del humor. Cuenta chistes en su columna “De política y cosas peores”, después de orientar a la República como Él mismo dice a veces, y cosas muy sentidas en su “Mirador” (es para mí un verdadero poeta, mucho mejor que varios de los más famosos de los años recientes) y es ácido y rasposo hacia los políticos en una tercera colaboración diaria llamada “Manganitas”. Aunque su columna más conocida -porque es la que publican la mayoría de los medios- es “De política y cosas peores”.
Es un viejito muy simpático de Saltillo, Coahuila. Es don Armando Fuentes Aguirre que utiliza el pseudónimo de Catón para firmar la columna mencionada. Periodista y escritor, a los 15 años de edad obtuvo su licencia de locutor de radio (tiene 79 pues nació en 1938) y de ahí se siguió por el mundo de la cultura y la academia. Es abogado, maestro en Lengua y Literatura y en Pedagogía; director de la facultad de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Coahuila; la Universidad Autónoma de Nuevo León le otorgó el Doctorado Honoris Causa y es considerado -dice su biografía- «el historiador favorito de la nueva clase política» mexicana.
He leído sólo un par de los 16 libros que ha escrito: Lo mejor de Catón y La otra historia de México: Antonio López de Santa Anna, pero lo que más admiro de Él es su humor, lo estuve escuchando hace poco durante dos horas luego de un desayuno que compartimos, y lo hubiera escuchado toda la mañana si no hubiera dado Él por terminada la plática. Un chiste que me hizo el día hace algún tiempo (no podía yo parar de reír, me seguía riendo mientras me bañaba):
El pequeño Leroy a su mamá en Alabama:
– Mami mami, cuando yo sea grande quiero ser del Ku Klux Klan.
– Ay mijito… además de ser negro eres pendejo.
Tiene Catón una serie de personajes ficticios para sus cuentos y con frecuencia dice: Me hubiera gustado conocer a fulano de tal y mete ahí el nombre del personaje, real, del que va a hablar. Por eso me acordé de Él ahora, porque a mí me hubiera gustado conocer al padre Francisco Severo Maldonado.
Hizo el padre Severo muchas cosas, pero pasó a la historia por haber sido el editor del primer periódico que publicaron los Insurgentes durante la Guerra de Independencia. Que duró muy poco (el periódico), ni siquiera un mes, el primer número apareció el 20 de diciembre de 1810 y el último el 17 de enero de 1911, es decir sólo 29 días en los que se imprimieron sólo siete números, pero con eso contribuyó Francisco Severo Maldonado a la causa de la Independencia de México.
Era párroco de Mascota, Jalisco cuando se le ocurrió la idea de hacer el Periódico y así se lo propuso al también cura Miguel Hidalgo cuando se encontraba éste en Guadalajara. Al Padre de la Patria le pareció buena la idea y le encargó que pusiera manos a la obra, lo que se hizo utilizando una imprenta propiedad de Mariano Valdés y administrada por José Trinidad Buitrón; los impresores eran José Antonio Hernández del Castillo y José María Ibarra. De cada edición se hicieron 2,000 ejemplares y cada uno costaba 2 reales. El padre Severo era de los principales editores junto con Ángel de la Sierra.
En el primer número -que se publicó el 20 de diciembre de 1810- se le comunicó a la población lo que estaba pasando en España debido a la invasión francesa, lo que les servía aquí a los insurgentes como justificación para el movimiento armado en busca de la independencia. Pero… menos de un mes después, al ser derrotados los insurgentes en la Batalla del Puente de Calderón, la publicación del padre Severo fue interrumpida y los redactores e impresores llevados a juicio.
El padre Severo Maldonado nació en Tepic (antes Nueva Galicia y ahora Nayarit) en 1775 y murió en Guadalajara en 1832. Fue catedrático y escritor, maestro en Filosofía y doctor en Teología, grados académicos que obtuvo en el Seminario de Guadalajara. Fue párroco de Ixtlán y después de Mascota, y una vez terminada la Guerra de Independencia lo fue también de Jalostotitlán, cuando lo llamaron a firmar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano.
Poco antes publicó en 1822 el Fanal del Imperio Mexicano, y antes había sido obligado a colaborar en la edición de El Telégrafo de Guadalajara, periódico de línea totalmente contraria a la causa de la Independencia, o sea que sus habilidades como editor eran ampliamente reconocidas, pero pasó a la historia por la primera publicación que se le ocurrió a Él para servir a la causa de la Independencia en apoyo de don Miguel Hidalgo, y que se llamó El Despertador Americano, nombre que lleva ahora el reconocimiento que otorgarán la revista Grafilia y el Colegio de Diseñadores Gráficos en ésta su novena entrega el 23 de noviembre.
No sé quién o quiénes irán a recibir en esta ocasión dicho reconocimiento, pero sin duda será muy merecido por su aportación al gremio gráfico de nuestro país, y será un gran honor (para mí lo sería si fuera impresor) recibir esto que lleva el nombre del primer impreso que contribuyó a la causa de la Independencia.
Por eso me hubiera gustado conocer al padre Francisco Severo Maldonado, todo un personaje que entró a la historia de nuestro país, éste como editor, porque yo también lo he sido durante muchos años y es una labor muy interesante y peligrosa a veces, entonces y ahora. Y no, nunca quise pertenecer al Ku Klux Klan como el pequeño Leroy.